Aunque nadie discute su contribución a la mejora de la seguridad en los vehículos, pueden causar quemaduras o sorderas temporales, su presencia casi se ha generalizado en el parque de turismos modernos, dada su fiabilidad a la hora de salvar vidas: los últimos estudios revelan que en turismos reduce entre un 20% y un 30% el riesgo de muerte para el conductor.

No obstante, el primer estudio europeo realizado para comprobar la idoneidad de los airbag determina que su apertura degenera en pérdidas de audición en el 13,3% de los casos, y en el 6% de las ocasiones en las que los airbag se disparan provocan quemaduras en los ocupantes del vehículo.

Por ello, los fabricantes de automóviles estudian la posibilidad de reducir la temperatura a la que salen los gases para evitar estos efectos. Sin embargo, conviene aclarar que el uso de airbag no representa un riesgo grave para los pasajeros que llevan gafas ni para los fumadores.
Evitan hasta un 30% de muertes en colisiones frontales
Los últimos estudios elaborados en la Unión Europea indican que la presencia del airbag en turismos reduce entre un 20% y un 30% el riesgo de muerte para el conductor y para el copiloto en los casos de colisiones frontales. Estos datos obtenidos del primer estudio intereuropeo realizado al respecto son reveladores: en este análisis, redactado con la colaboración de 12 clubes de automovilistas entre los que halla el RACE (Real Automóvil Club de España), se justifica el uso del airbag por su contribución a la mejora de la seguridad de los conductores.

Por esta razón, la mayoría de los turismos que circulan por las carreteras de los países de la Europa occidental cuentan con este sistema de seguridad pasiva entre sus extras. Las conclusiones del referido informe certifican que entre los vehículos vendidos en el año 2001, el 96% disponía de airbag delantero de conductor. Aparte, el 93% de los coches contaba con airbag para el piloto y el acompañante, y el 75% disfrutaba también de airbag lateral en las dos plazas delanteras. Estos porcentajes se completarían, según se desprende del estudio, con otros que determinarían que el 65% de la totalidad del parque automovilístico europeo dispondría actualmente de algún tipo de airbag.
El 65% de la totalidad del parque automovilístico europeo dispone actualmente de algún tipo de airbag Las previsiones al respecto dictan que en un década prácticamente todos los turismos contarán con la denominada ‘bolsa de la vida’ entre sus elementos de serie.
En idénticos términos se manifiesta Fernando Díaz Zufiaurre, secretario general de ADEADA, Asociación de Empresarios de la Automoción de Álava. A su juicio, en la actualidad la «práctica totalidad» de los turismos nuevos salen a la venta con, al menos, airbag en las dos plazas delanteras del vehículo.

Y eso ocurre pese a que no existe ninguna normativa que obligue a la instalación de estos elementos de seguridad. «Su uso está totalmente recomendado. De hecho, los fabricantes tienden ya a rodear el habitáculo de sus turismos con airbag en los laterales de los coches, en sus techos y en los asientos de atrás, como complemento a los que se instalan en las plazas delanteras de los coches. Se han convertido en una de las medidas de seguridad fundamentales, junto a las barras laterales y a los cinturones de seguridad», explica el portavoz de la citada patronal.
Progresión tecnológica

No cabe duda de que los airbag son ya un elemento más en la mayoría de turismos de nuevo cuño, independientemente de la gama y la categoría de éstos. Muy atrás quedan, por lo tanto, otras épocas en las que el uso de estos elementos de seguridad se circunscribía a las grandes berlinas de determinadas marcas -su instalación comenzó a generalizarse a partir de 1995-. Y es que en sus inicios, allá por los primeros años de la década de los 90 del ‘siglo pasado’, su activación podía generar consecuencias peores que el propio accidente debido a la agresividad con que se desplegaba.

Sin embargo, el paso del tiempo y la mejora tecnológica experimentada han dado la razón finalmente a los defensores de este sistema de seguridad, que ha visto en este proceso cómo su apertura se ‘dulcificaba’ hasta lograr su total adecuación tanto al conductor como a los pasajeros de cualquier vehículo. Ello es posible gracias a un mecanismo capaz por sí mismo de inflar una bolsa con gas de forma instantánea cuando el vehículo detecta que ha sufrido un encontronazo. De esa forma, se evita que los ocupantes del coche se golpeen contra el salpicadero o los asientos de adelante.

César Martín