La percepción del riesgo vial en un entorno social complicado | EduVia (Educación Vial) ::: 17 Años :::

Por María Inés Maceratesi

Editorial

Mientras en foros y jornadas se debate sobre cómo hacer para que los actores del escenario vial conduzcan y se conduzcan con más responsabilidad, la realidad también pasa por otro lado;  por las adicciones, por la desidia de funcionarios, por la nula percepción del riesgo en las personas, por la omnipotencia, y por muchos motivos más. Entre esos otros motivos, muy pocas veces tenidos en cuenta, se encuentran la pobreza y la desigualdad.

A veces, un entorno de pobreza requiere de un falso escapismo que alivie la angustia y las carencias, no hay tiempo ni ganas y lo que es peor, no se sabe qué hacer con el sufrimiento y se recurre a sustancias nocivas que adormecen o anulan la capacidad de razonar y actuar de acuerdo a cada circunstancia.

El tránsito es quizá, el mayor escenario en el que los actores deben poner toda su atención, recordar y respetar leyes y sobre todo, ponerse en el lugar del otro, ya sea otro conductor o un peatón , tengamos en cuenta que la mayoría de los más pobres no conducen un auto con todos los elementos de seguridad activa y pasiva, porque no tienen un vehículo que los contenga y si lo tienen, muchas veces no está en condiciones óptimas, no pasan por la VTV y carecen de recursos para ponerlo a punto. Y así protagonizan siniestros viales, aunque no sea con un auto sino quizá, conduciendo una bicicleta o cruzando una calle.

Muchos factores pueden anulan la percepción del riesgo y así vemos personas cruzando calles sin respetar las recomendaciones de cruzar por las esquinas,  de mirar atentamente a su alarededor y hacerlo sin estar puesta su atención en el celular por ejemplo, porque las vicisitudes de cada día obnubilan su percepción y las personas caminan ensimismadas pensando en quién sabe qué y perdiendo la atención que debe primar para cruzar una calle y no ser embestido por un conductor que quizá, está atravesando también por circunstancias difíciles.

Creo que cuando evaluamos estos temas no se nos debe escapar el situar el consumo de drogas, el alcoholismo y otras adicciones en el contexto actual de desigualdad cada vez más creciente entre los que más tienen y los que menos tienen. Unos pueden consumir por hartazgo de todo y otros por hambre o pérdida del sentido de la vida.

Precisamente estos últimos son los que consumen lo peor, se mueren y no aparecen en los medios, son invisibles. Muchas veces nos preguntamos qué hacer, y hablamos desde la comodidad de nuestra casa pero quizá y en principio, no estaría mal acercarse a ayudar a quienes ya están trabajando y necesitan acompañamiento porque hoy, todos estamos en riesgo y todos podemos ser víctimas.