¿Vale la pena seguir trabajando en Educación y Seguridad Vial?- Editorial | EduVia (Educación Vial) ::: 17 Años :::

Y ahora qué
Por María Inés Maceratesi

Mes muy bravo el de este Mayo, al menos para mí que estoy atravesando dos duelos y tratando de superar un estado de ánimo depresivo producto de ésto. Creo oportuno aclarar que hace tiempo que no escribo nada ni publico noticias ni información precisamente, producto de esta situación.

En este tiempo, sin embargo, me centré en estudiar y volver a mirar profundamente a las personas que me rodean y su comportamiento frente a ciertas situaciones, pude asistir a una Jornada de RSE vial organizada por Sistemas Reid de la cual me tuve que retirar antes debido a un llamado relacionado con uno de mis duelos, la muerte de mi único hermano. Cabe aclarar que el otro duelo es el de mi perrita Mora, nunca pensé que dolería tanto.

Vi en estos días, lo desprotegidos que estamos los ciudadanos en materia de tránsito. Cuando salía de la Casa de la Cultura donde se realizaba la Jornada, estaba cortado todo el tránsito alrededor de la Plaza de Mayo y tuve que buscar un colectivo que me llevara hasta mi casa sin encontrarlo, nadie sabía decirme por dónde circulaban y me mandaron al subte, medio de transporte que utilizaba muchísimo pero que hoy, debido a un problema lumbar, evito tomar por las escaleras.

¿Cómo puede ser que no nos demos cuenta de la falta de sensibilidad que se tiene a la hora de pensar en todos y cada uno de los ciudadanos cuando se construyen obras viales. No hay escaleras mecánicas en todos los accesos, no hay ascensores en todas las estaciones y cuántas cosas más que faltan. Las personas discapacitadas están muy olvidadas, nadie piensa que algún día tendrá un problema motriz o, si tiene la suerte de llegar a viejo, darse cuenta que nadie piensa en ellos.

Todo ésto y muchas cuestiones más, me frenan un poco, me hacen perder el entusiasmo por seguir en este camino informando y formando en Educación y Seguridad Vial. Mucha gente me dice lo mismo, que nada cambia, que la gente sigue sin respetar las leyes del tránsito, tanto peatones como motorizados, y nos obligan prácticamente a usar la bicicleta para movilizarnos cuando no todos somos jóvenes o tenemos salud para hacerlo.

Al fin y al cabo, me parece que solamente el día que se tome conciencia y la gente sea más sensible, muchos problemas dejarán de ser tales.

Y para concluir cuento una anécdota que me pasó en este mismo lapso: subí a un colectivo 56 en Av. de Mayo y Florida y pedí mi boleto hasta Av. La Plata y Juan B. Alberdi (Caballito) y el chofér me cobró sin decirme que me había subido a una unidad que no paraba en ninguna parte, era un rápido. Me di cuenta cuando estaba por tomar la Autopista 25 de mayo gracias a una chica a la que le pregunté. Voy hacia adelante -el colectivo estaba repleto- para pedirle al chofer que por favor parara que me bajaba y lo encuentro con una sonrisa socarrona cuando le recordé que podía haberme indicado que era un rápido cuando le di mi destino. Abrió de mala gana la puerta y me dejó bajar, ni siquiera me llevó hasta dos cuadras más adelante donde podría haber tomado algún otro transporte.

Qué quiero expresar con todo ésto: que mientras no tengamos un poco de consideración, mientras  pensemos y hagamos mirándonos el ombligo y no viendo las necesidades de los que no están en nuestras mismas condiciones, dudo que tengamos un buen flujo de tránsito, el lugar donde conviven todas las generaciones. Y no todos podemos usar una bicicleta para movernos.

Ahora, habiendo hecho esta catarsis, trataré de ponerme al día con las informaciones de las empresas -a las que también hay que «evangelizar» y haciendo una decantación entre lo que merece o no ser publicado, después de todo, ninguna me proporciona una pauta publicitaria para seguir en carrera porque hoy, lo que valen son los influencers que a cambio de una suma de dinero, publicitan efímeramente un producto, un auto, una moto.

Son tiempos raros, donde todo pierde su valor verdadero y donde los eventos y presentaciones son para pocos limitándose a enviar una gacetilla de prensa pretendiendo que sea publicada pero negando a muchos la posibilidad de elaborar su propia nota, de entrevistar a los actores de los mismos y tomar la fotos que consideramos buenas para ilustrar nuestra nota.

Ojalá algún día volvamos a la normalidad, donde cada cual y cada cosa esté en el lugar que corresponde, donde la experiencia y la formación sean valoradas. ¿Pido mucho?…tal vez sí, pero hay que tener esperanza, es más, hay que hacer y luchar contra toda esperanza. ¿Y ahora qué?

Hasta la próxima.