Por María Inés Maceratesi
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La prevención en Seguridad Vial comienza en los primeros años de la infancia, según dicen muchos expertos aunque, también es un hecho que los adultos que tienen que transmitir a los más pequeños algunas pautas para su cuidado, no están suficientemente informados ni preparados para hacerlo, sobre todo en países como Argentina en el que llevamos mucho tiempo de atraso en formación vial.
Algunos también, luchan porque se implante en la escuela, una materia para inculcar a los niños seguridad vial pero, no se contempla que los docentes, al igual que los padres, son miembros de una misma sociedad que carece de elementos para transmitir la enseñanza. Los docentes han sido formados para enseñar, tienen la metodología pero, en general, carecen de los contenidos y de la formación técnica como para hacerse cargo de esa enseñanza.
Somos conscientes de que la voluntad existe pero, como afirma Horacio Botta Bernaus, quien es procurador, abogado, investigador y docente en la materia, «Pese a que hay voluntad, a veces hay docentes o estamentos educativos que quieren hacer cosas, pero la experiencia de recorrer bastante el país y Latinoamérica, me hace pensar que esos esfuerzos, que son pedagógicamente correctos, son técnicamente incorrectos, bien porque la seguridad vial, como decía una amiga docente, son como las reglas ortográficas, si no te las enseñan no hay forma de aprenderlas, entonces los contenidos técnicos de la seguridad vial requieren un proceso de transferencia de esa información, para que a su vez, estos docentes, que son los especialistas en bajar a la realidad el conocimiento, es una falencia que no se puede suplir si no se forma al formador»
Siguiendo en la línea de este especialista, comparto la idea de que no hay seguridad vial sin educación vial aunque, agregaría que no hay ninguna de las dos cosas sin educación básica.
Para transmitir contenidos es necesario contar con el método, los recursos pedagógicos y otras disciplinas que los docentes adquieren con su formación porque, no basta decirles a los chicos que se pongan el cinturón sino que hay que saber convencerlos y no precisamente con mensajes negativos o pregonando que las sanciones son la única forma de educar. Citando nuevamente a Horacio Botta Bernaus «Estamos llenos de profesionales, muchos de las ciencias duras, que creen que los mensajes negativos o las sanciones son la única forma de educar. Yo estoy convencido que no es así. La seguridad vial necesita un proceso de “bajada”, como dicen los docentes, para poder transmitirla al destinatario. Cada destinatario es distinto, por eso hoy estamos trabajando en una forma distinta de pensar la educación vial, buscando su simplificación, que haga que el mensaje sea tan claro que sea imposible no entenderlo».
Traducir la seguridad vial a un lenguaje accesible al educando es un desafío y pongo un ejemplo: soy docente de una materia poco común porque los únicos que reciben formación en esa materia son los niños o los adultos que se interesan por conocer los contenidos de la fe que profesan; soy una docente de catequesis de niños, adolescentes y adultos y suelo comparar toda aquella educación que reciben los destinatarios, sea adaptada a un estamento particular, con costumbres particulares, con familias particulares y hábitos particulares. ¿Qué quiero decir? que la figura del docente es muy pero muy importante porque enseña con toda su persona y no solamente con los medios con que cuenta para ello.
La transmisión de conocimientos y en lo que atañe a la seguridad vial, de hábitos que generen conciencia vial, se torna cada vez más difícil. Es difícil captar la atención, tanto de los niños como de los adultos, posiblemente debido a la proliferación de aparatos tecnológicos con todos sus chiches. O sea que, la tecnología puede ser una aliada del docente pero tampoco es la panacea universal. Ya no tenemos tan recortadas por edades la niñez, la pubertad, la adolescencia, la juventud, la adultez… hoy nos hablan de «generación Z»; «generación Y».. «La mejor forma de bajar la educación vial en los niveles iniciales desde la escolarización es a través del propio docente» dice Botta Bernaus y coincido plenamente con su pensamiento en este sentido.. Y también dice «Yo no soy partidario de que la educación vial la den los técnicos de seguridad vial, yo soy partidario de que los técnicos de seguridad vial formen al docente en técnicas de seguridad vial y el docente adapte y baje al nivel del adolescente o el colectivo que está educando con sus propios conocimientos de pedagogía, de educación, todo lo que hace habitualmente. Lo que hace el docente es tomar ese conocimiento y adaptarlo al destinatario».
Coincido también con Botta Bernaus en el sentido de que lo necesario es una adecuada Formación de Formadores viales en Seguridad Vial. Los contenidos que se presentan en libros enormes que no todos leen y con una terminología casi incomprensible, hacen que se toma la seguridad vial como una disciplina compleja que el ciudadano común no interpreta ni entiende. Pero ojalá fuera sólo eso, lo más lamentable es que no le interesa. Si los docentes y los padres no son capaces de mostrar que la seguridad vial es necesaria cada día de nuestras vidas, va a ser muy difícil lograr que el ciudadano se involucre como el principal actor.
Pero ¿cómo hacerlo carne en cada uno? Sería la pregunta del millón; si los padres y los docentes no están preparados, no es cuestión de dejar de pregonar que es necesaria la educación para la seguridad vial y allí tenemos que poner todo nuestro esfuerzo desde el jardín de infantes en inculcar hábitos y costumbres que van a permanecer de por vida ya que, siguiendo las enseñanzas de Eric Erikson, un niño incorpora hasta los siete u ocho años, todos los valores y hábitos que necesitará para el resto de su vida y no los olvidará jamás. De ahí que se necesitan docentes que tengan el don, la capacidad, la energía, el compromiso y sobre todo la vocación de la docencia, porque la docencia no es un trabajo como cualquier otro, es una misión que desarrollamos para ayudar a la conformación de buenas personas y ciudadanos.
En el nivel de la escolaridad primaria, el docente es en quien más confía un alumno, así que no debería ser tan difícil hacer que ese alumno incorpore hábitos de los que luego ni hará falta volver a hablar porque los tendrá internalizados. Para esta titánica tarea, el docente no debe ser dejado solo sino trabajar con toda la comunidad educativa y principalmente ser apoyado por la familia de cada educando.
En cambio el nivel secundario conlleva otros desafíos, ahí ya el docente pierde un poco el contacto asiduo con el alumno y pasa un año sin que llegue a conocerlos individualmente o sea, no tiene el mismo feed back con sus alumnos que un docente de primaria. Es necesario entonces aprovechar los momentos y oportunidades que presentan algunas disciplinas para incorporar todo lo que tenga que ver con la ética, la ciudadanía, la convivencia y con una premisa muy importante; que los alumnos puedan relacionarlo con lo que adquirieron en la primaria. La Seguridad Vial es una disciplina a tomar y adquirir en serio porque tiene que ver con la vida. Quizá así lograremos que, cuando un joven concurra a buscar su primera licencia de conductor, esté medianamente formado para desarrollar los hábitos adquiridos durante su estancia en la escuela. Por supuesto que ésto no es una línea de enseñanza rígida porque la forma de vida de las sociedades está en continuo cambio pero, por algo se comienza y luego se seguirá modificando de acuerdo a la época y las circunstancias. Los conocimientos y actitudes que tienen que ver con la calidad de vida, nunca están acabados. Ser, Saber y Saber Hacer es indispensable para cualquier docente.
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