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Lo confirma un relevamiento realizado por la Universidad Siglo 21 y publicado en el diario Clarín. El 90% de los argentinos admite que cometen faltas pero también dicen que conducen bien, lo cual revela una escasa capacidad de autocrítica porque, como en muchos otros temas, lo más fácil es echarle la culpa al otro.

Los argentinos parecería que aún no terminamos de reconocer que respetar las normas es una  obligación y que no podemos interpretarlas a nuestro antojo.

El estudio sobre mil conductores de autos y motos, varones y mujeres, arrojó varias conclusiones.
La mitad de los encuestados reconoció usar el celular mientras conduce, tanto para hablar como para enviar mensajes. Cuatro de cada diez reconocieron haber cruzado algún semáforo en rojo en los últimos tres meses. El 62% admite que se excedió en la velocidad permitida al menos una vez en el mismo período y el 90% asume que comete infracciones de tránsito.

Qué es lo que está fallando

Están fallando los procesos de formación de los conductores, que no tienen internalizado el respeto hacia las normas, opina Gustavo Brambati, gerente de Seguridad Vial de CESVI. “Hace poco hicimos un estudio en el que colaboró un antropólogo que nos decía que entre los argentinos hay una rebeldía hacia las normas porque asociamos las normas con los gobiernos. Por eso están continuamente rebelándose y creando sus propias reglas de tránsito”.

El 94% de los participantes se califica mejor a sí mismos que al resto de los conductores. Este bajo nivel de autocrítica podría ser una de las principales dificultades para lograr mejoras en los propios comportamientos, señala el estudio.

Por último, a los encuestados les pidieron que calificaran, con una puntuación del 1 al 10, su forma de manejar y la de los otros. Al hablar de sí mismos se calificaron, en promedio, con un 8.1. En cambio, a la hora de hablar de la conducción de los demás les colocaron un puntaje de 5.2.

Como conclusión quizá deberíamos admitir todos que las normas comienzan a cumplirse cuando se crea el hábito y se comprende que, ante una transgresión hay una sanción. Quizá la clave para que, dentro de muchos años, mejoremos nuestra forma de conducirnos en la calle, será el ámbito familiar y acostumbrar a los niños a que la vida tiene también obligaciones que hay que cumplir para que una sociedad mejore. En la familia también hay normas que cumplir, horarios que respetar, modelos de vida a los cuales adherir o no. Sería un buen principio y les estaríamos propiciando una vida más segura.

Foto: Parabrisas