Por María Inés Maceratesi
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La experiencia vivida siguiendo la 3ª edición del «Trophée Roses des Andes» resultó maravillosa, no sólo por lo que la competencia en sí significó, sino por haber podido formar parte de un equipo humano incomparable en el que se vivenció la amistad, la solidaridad, el espíritu de equipo y ese hilo invisible que nos une a las personas sensibles con una causa.
Foto: María Inés Maceratesi
El Trophée es una competencia para mujeres exclusivamente, pero los hombres también participan en la logística y el apoyo material y anímico, un valor agregado que permite confirmar que las mujeres y los hombres no somos opuestos, simplemente somos complementarios y nos necesitamos mutuamente.
En esta competencia se recorren, este año, cientos de kilómetros de paisajes excepcionales comprendidos entre las provincias argentinas de Salta y Jujuy. Quizá este relato resulte un tanto coloquial, pero los detalles técnicos y organizativos ya están suficientemente cubiertos en EduVia y en notas realizadas por el gran equipo de periodistas que participó, grande no en número pero sí en capacidad, creatividad, compañerismo, espíritu deportivo y solidaridad.
Me gustaría desde este lugar destacar el entusiasmo de los franceses organizadores del evento, comenzando por sus creadores Jean Jacques Rey y Geraldine Rey y todo el equipo que los acompaña; la admiración que demuestran tener por los paisajes y la gente de Argentina y la atención con la que nos recibieron, que no mermó en ningún momento; siempre atentos a cualquier necesidad que pudiéramos tener y que, de manera personal, mucho agradezco.
Foto: María Inés Maceratesi
En cuanto al recorrido puedo contarles que hemos vivido etapas diferentes, algunas muy duras, con apunamientos incluidos debido a la altitud que alcanzamos (4.000 m.), hasta casi el límite con Bolivia. Como nada quedó librado al azar, contábamos con médicos que nos acompañaban y a quienes podíamos acudir en caso de ser necesario.
El día que llegamos a Salta -luego de tener algunas peripecias en el Aeroparque Jorge Newbery por razones varias que postergaron nuestra salida un día-, fuimos recibidos por el equipo organizador con gran entusiasmo, y enseguida nos hicieron sentir que éramos parte de ese equipo.
Jean Jacques Rey y su hija Geraldine nos convocaron a una conferencia de Prensa en la que nos contaron cómo nació el Trophée Rosas de los Andes y también nos anticiparon una primicia: el año 2017 Puerto Madero será el punto de partida para que estudiantes de entre 18 y 30 años realicen un Rally en 4L uniendo Buenos Aires, Córdoba y San Juan. Una experiencia que sigue teniendo a la Argentina como escenario.
Foto: María Inés Maceratesi
Además pudimos conversar con las participantes argentinas que formaron tres equipos: uno de Salta (Las Runas Salteñas) y dos de Buenos Aires (Rosas sin Fronteras y Rosas Argentinas), quienes nos relataron su motivación y posterior decisión de participar. En síntesis, se puede destacar que las seis participantes argentinas tuvieron como motivación demostrar que las mujeres podemos superar dificultades de todo tipo y también que podemos afrontar los mismos desafíos que los hombres en un mundo que, a pesar de los avances de todo tipo, aún relega a la mujer a un lugar de inferioridad de condiciones.
Jean Jacques Rey, sin embargo, piensa todo lo contrario; apuesta a brindarle a la mujer espacios de participación en los que los hombres tenían prioridad, porque confía en la fortaleza y la capacidad de la mujer para enfrentar todo tipo de circunstancias difíciles.
El recorrido
Luego de la largada, los periodistas a bordo de tres camionetas 4×4 conducidas por eximios hombres al volante, comenzamos nuestro raid, el mismo que realizan las corredoras
Foto: María Inés Maceratesi
De más está decir que, al menos yo, no esperaba encontrarme haciendo ese mismo recorrido con todo lo que ello significó. Los primeros kilómetros fueron básicamente tranquilos; llevábamos una hoja de ruta y la camioneta Hilux en la que nos trasladábamos contaba con un GPS que nuestro conductor, Jorge Pastrana, un salteño para destacar por su caballerosidad, acompañamiento y empatía, había programado para que no nos perdiéramos en la inmensidad de terrenos escarpados y difíciles de transitar.
Salimos a las 8:30 de la mañana, atravesamos el barrio San Luis de Salta donde se asientan casas muy importantes y villas veraniegas; tomamos la Ruta Nacional 51 que desemboca en el norte de Chile atravesando Jujuy, Salta y Catamarca. Cruzamos el Paso San Francisco, Puente del Toro y Campo Quijano denominado Portal de los Andes, que debe su nombre a la unión de los apellidos de quienes -en el momento de su inauguración- eran presidente de Chile (Campo) y vicepresidente de Argentina (Quijano).
En el trayecto nos encontramos con una variedad de animales: cabras, ovejas, vacas, corzuelas, guanacos, y según nuestro guía suele habitar algún puma por los cerros pero que sólo aparecen por la noche.
Los cerros están cubiertos con mucha vegetación y me llamó la atención la cantidad de gigantescos cactus como si fueran manos con sus dedos apuntando hacia el cielo. La población es de agricultores y pastores, y los cultivos más comunes son maíz, porotos, habas y papas.
Foto: María Inés Maceratesi
Al llegar a la Puna encontramos a una familia muy humilde que vive de lo que produce, del pastoreo y de la carne que ponen a secar para hacer luego sus preparaciones típicas. Llama la atención que en todas esas viviendas hay paneles solares que les abastecen de energía. Fueron instalados por el gobierno a través de una empresa contratada y se les provee a los usuarios en comodato mediante el pago de una ínfima suma de dinero.
Fue un gusto compartir con esa gente y ver los rostros asombrados de los niños al ver las camionetas en las que nos trasladábamos. Pasamos por el poblado Moreno, un caserío bastante equipado, y seguimos hasta unirnos con las participantes y hacer la parada para almorzar y seguir adelante hasta Abra Pampa, en Jujuy, desde donde se largaría al día siguiente la segunda etapa que también haríamos quienes fuimos a cubrir la travesía.
Pernoctamos en el hotel «Cesarito», un típico hostal del lugar, simple pero confortable, y cenamos en el Hotel Suizo junto a todos los franceses. La temperatura es muy cambiante; durante el día mucho calor y sol abrasador y por la noche muchísimo frío, razón por la cual a Abra Pampa se la denomina «la Siberia Argentina».
Al otro día algunas de nosostras (me incluyo) amanecimos con mucho dolor de cabeza debido al apunamiento que aumentó aún más al alcanzar los 4.000 m. de altura. Los síntomas se iban acentuando y caminar se tornaba difícil, al punto de que me parecía estar en un terreno lunar tal como se ve en las películas que muestran a los astronautas. Transitamos caminos de cornisa; atravesamos salinas y terrenos arenosos; rocosos; la camioneta se bamboleaba de un lado a otro y los badenes nos obligaban a sujetarnos muy bien. La sensación es indescriptible, cada uno lo sintió de diferente manera. Toda una experiencia que luego se valora muchísimo.
A pesar de lo mal que lo pasamos algunas físicamente, llegamos al hotel exhaustas pero satisfechas; ni el dolor de cabeza nos doblegó. En este punto se estarán dando cuenta que pasamos las mismas vicisitudes que las corredoras y que era el motivo por el cual nos invitaron a realizar estas dos etapas. Algunas, inclusive, manifestaron su deseo de participar el próximo año. Creo que con una buena preparación saldrán airosas del trance.
El último día fue un placer mayúsculo dado que dejamos la Puna y transitamos por la Ruta 9. Nuestro destino final de ese día sería el Aeropuerto de Salta para partir hacia Buenos Aires. No daban ganas de abandonar ese lugar mágico, con cerros multicolores, valles y quebradas maravillosas. Nuestro país es muy hermoso, el Norte es muy hermoso y muy variado en su topografía y en la composición de supoblación. Era increíble el entusiasmo de los habitantes que nos esperaban y nos saludaban.
Llegamos a Tilcara, y nada más estuvimos media hora porque el tiempo apremiaba; pero pudimos adquirir algunos tejidos y artesanías, cosas hermosas hechas a mano por verdaderos artesanos.
En fin, nuestro viaje siguió luego muy tranquilo y dentro de la camioneta reinaba un clima de felicidad, la risa ante cada anécdota nos hermanaba más y más.
Como el Trophée también tiene su costado solidario, quedó pendiente la visita a la Fundación de Equinoterapia que se ve favorecida por este Rally y a la que me referiré especialmente en otra entrega de este diario de viaje.
Respecto de la ecología, el medio ambiente y la seguridad vial debo decir que la ruta 9 es una ruta ejemplar, está muy bien cuidada y mantenida; la gente conduce con cuidado y no hubo ningún hecho que me llamara la atención. Tanto en Salta como en Jujuy están siendo muy conscientes del cuidado del medio ambiente.
Más allá de la competencia, en lo personal, me interesa sobremanera que la Argentina sea turísticamente un país al que todos quieren visitar, tanto por sus bellezas naturales como por la calidad humana que, en el Norte al menos, se nota mucho.
Una anécdota sobre ésto
En Abra Pampa fuimos a comprar algunos víveres para el viaje, y entramos en un mercado en el que unos escolares estaban de recorrida. Me llamó la atención la educación que demostraron, todos saludaron con un «buen día» y una sonrisa, parándose algunos para responder alguna pregunta nuestra. Ésto demuestra la diferencia entre educación e instrucción; a muchos les falta la instrucción necesaria para llevar adelante emprendimientos y saber moverse para progresar, pero la educación la tienen, y los valores también, quizá mucho más notables que en Buenos Aires u otras ciudades cosmopolitas.
Así culmina mi experiencia del «Trophée Roses des Andes». Me queda como capital mayor las nuevas amistades y el haber intercambiado con los franceses, conocer algo de su idiosincracia en el día a día y el haberme deleitado con los paisajes que no conocía y espero volver a ver. Estoy muy agradecida a Dios, porque mi lema en la vida es que no hay casualidades sino causalidades, y a los organizadores por la invitación así como también a la coordinación en Buenos Aires a quienes felicito por la capacidad para resolver todo tipo de imprevistos con calma y profesionalismo. Un placer.
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