Educación vial con valores | EduVia (Educación Vial) ::: 17 Años :::

Las lesiones traumáticas y muertes por accidente son en la actualidad un problema creciente, en especial en jóvenes de 19 a 24 años. Éste es un dato de la realidad que se menciona muy a menudo porque es preciso insistir en este tema y profundizarlo para que, poco a poco, se vaya modificando la situación y los más jóvenes, vayan tomando conciencia de que, lo que está en juego cada vez que se exponen a situaciones peligrosas, es ni más ni menos que su valiosa vida.
 
Y no se trata de arrinconarse en casa y no salir para evitar la exposición, se trata de aplicar algo muy sencillo: pensar antes de actuar, pensar que si se conduce a velocidades muy altas, es mucho más probable que se produzca un accidente que si se lo hace a la velocidad permitida. En cada acto humano hay una responsabilidad personal que no podemos obviar y una cuota de fatalidad que está muy lejos de nuestra decisión.

Sin embargo, el término «accidente» está actualmente en revisión porque parece aludir a mala suerte o a un suceso fortuito, lo cual no contribuye a esclarecer las causas que lo desencadenan.

A veces, algunas personas, atribuyen a la suerte o a «un milagro» el hecho de «haber escapado» de un accidente. Por éso se prefiere hablar de «lesión» o de «control de lesiones».

Los tres componentes principales de una lesión son: el huésped (persona afectada por la lesión), el agente (la causa directa de la lesión) y el ambiente (dónde y cuándo ocurre la lesión).

Si tenemos en cuenta el lugar donde ocurre la lesión podemos hablar de: accidentes en el hogar, en la vía pública, en reuniones sociales (discotecas, encuentros deportivos), en el ámbito laboral, en el ámbito escolar.

Los comportamientos de los adolescentes y jóvenes que los ponen en riesgo de sufrir lesiones pueden ser controlados por ellos mismos si cuentan con información y respetan las medidas de seguridad. La responsabilidad de las personas, en estos casos, de los adolescentes y jóvenes, depende del conocimiento que tengan sobre los recursos de seguridad de los que disponen y que deben utilizar para disminuir los riesgos, no sólo respecto del transporte sino también de otros agentes causales y ambientales.

La mayoría de los accidentes fatales que sufren los adolescentes y jóvenes, suelen ocurrir fuera del ámbito del hogar, ya sea camino a la escuela, al trabajo, o a la salida de una fiesta.

 Es importante conocer algunas medidas para la prevención:

 

Medidas informativas:

.Programas nacionales, provinciales y municipales de seguridad en las rutas.
.Programas de prevención de accidentes en las escuelas.

Medidas motivacionales:

. Cursos para la prevención al conducir, preferentemente acompañados por testimonios de personas que sufrieron accidentes por conducir alcoholizados.
. Costos más bajos para los seguros de automovilistas que no han sufrido accidentes.

Medidas obligatorias:

. Obligación, para todos los ocupantes del vehículo, de usar el cinturón de seguridad
. Obligación de que los niños viajen en el asiento trasero y en asientos especiales.
. Suspensión temporaria de la licencia de conducir a los que se encuentren manejando o sufran accidentes estando ebrios.

Y por supuesto, mucho diálogo con los adolescentes y jóvenes para detectar si tienen en cuenta las medidas de seguridad y si conocen los fundamentos que los adultos puedan utilizar en un trabajo preventivo.

Comentario Editorial:

A pesar de todas las medidas precautorias que se puedan tomar desde los diferentes ámbitos (estado, ONGs, escuelas, etc.) hay que poner especial atención a la educación en los primeros años de vida.

La educación vial tiene que derivar de una educación integral de la persona para que pueda internalizar hábitos de cuidado y valoración de su propia vida y de la vida ajena.

En estos momentos en que la cultura muestra una exagerada inclinación hacia lo superfluo, lo pasajero, hacia la necesidad de ayudarse con estímulos artificiales como el alcohol y la droga para no quedar marginados, se hace imperiosa la concientización de los padres para reforzar en los primeros años una educación para la vida con valores humanos insustituibles para el desarrollo personal y social: respeto, solidaridad, verdad, honestidad, prudencia, tolerancia, serenidad, autodominio, entre otros.